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sábado, 17 de octubre de 2009

Nuevo blog

Queridos amigos, cambiamos de bitácora. La rigidez de blogger para editar entradas comenzaba a irritarme, así que convenía encontrar otro modo de presentar las reseñas y los desvaríos que han ido alimentando esta biblioteca.

Este blog continuará presente en esta dirección, pero ya no se podrán escribir comentarios y no creo que vuelva a publicarse entrada alguna. La nueva dirección es http://bremaneur.wordpress.com.


La nueva bitácora incluye alguna novedad, no sólo de carácter técnico. Por lo pronto, pasará a ser regular: habrá entradas nuevas cada lunes. Seremos, pues, un blog hebdomadario. La bienvenida la he preparado con un ensayo que no ha salido todo lo bien que yo quisiera, ya que la resolución no es óptima y me he pasado un poco con la mui. Se trata de un tutorial en vídeo, de un screencast, sobre recursos en internet relativos al libro viejo. Si quieren más detalles, pasen y vean.

lunes, 12 de octubre de 2009

La ley del olvido histórico

Dos actuaciones municipales amparadas en el artículo 15 de la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, más conocida como Ley de la memoria histórica, han descubierto el absurdo de ésta. Su propósito queda anulado por el propio texto de la ley, que propugna fehacientemente el olvido de nuestra historia. El primero de esos actos tuvo lugar en julio de este año. El Ayuntamiento de Badajoz mandó a un operario con martillo y cortafríos a quitar la placa de la calle dedicada a Margarita Nelken. El revuelo armado fue considerable. El segundo ha tenido lugar hace unos días. El Ayuntamiento de Sevilla ha prohibido una discreta conferencia dedicada a Agustín de Foxá. Aquilino Duque, que era el conferenciante vetado, ha escrito una excelente entrada en su blog sobre el tema.
Ayer también pudimos leer en El mundo un artículo sobre esta censura. Juan Manuel Bonet, Andrés Trapiello y Jordi García dan su opinión. Como no es posible encontrarlo en la edición digital, lo transcribo aquí.

Domingo, 11 de octubre de 2009. Año XXI. Número:7.237.

70 años después, ¿qué hacemos con Agustín de Foxá?

EVA DÍAZ PÉREZ
Sevilla

«Zambra y revuelo en la cacharrería del Ateneo...». Así comienza Madrid, de corte a checa, la delirante, satírica, trágica e incendiaria novela que escribió en 1938 el autor falangista Agustín de Foxá -marqués de Armendáriz y conde de Foxá- mojando su pluma en la orgía de odio y sangre de la Guerra Civil. Ese «revuelo en la cacharrería» de la actualidad es el que ha provocado el autor 50 años después de su muerte a raíz de la decisión del Ayuntamiento de Sevilla de suspender un acto programado para recordar su obra. Los argumentos de la delegada de Participación Ciudadana, Josefa Medrano (IU), para prohibir el homenaje fueron «el respeto a la memoria histórica» y la posibilidad de que «pudiera convertirse en un acto de apología del franquismo».

Andrés Trapiello, Jordi Gracia y Juan Manuel Bonet, tres autores que han estudiado a fondo la literatura de la época, así como los conflictos entre ideología y creación, intervienen en el debate para aportar la necesaria reflexión y sensatez al asunto.

CENSURA PREVIA. «Me parece increíble que un Ayuntamiento se dedique a la policía literaria. Incluso si Foxá fuera un ideólogo merecería ser estudiado. Pero es que se trata de un gran escritor», apunta Juan Manuel Bonet, crítico de arte y autor del clásico
Diccionario de las vanguardias. «Setenta años después del final de la guerra, la historia de la literatura no han de hacerla los concejales sectarios, sino los historiadores y los escritores», explica, molesto por la decisión de ningunear a un autor por razones extraliterarias.

Del mismo modo opina Andrés Trapiello: «Es una decisión fruto de la ignorancia y del totalitarismo de una persona que no sabe de qué está hablando».

LITERATURA Y CREACIÓN. Trapiello sabe de lo que habla como autor de un ensayo, Las armas y las letras, que contribuyó al debate y a la pacificación de la literatura española al repasar las conflictivas relaciones de los intelectuales -de uno y otro bando-
con la radicalización política que se vivió en la Guerra Civil. El libro se publicó en 1994, se reeditó revisado en 2001 y, en dos meses, se volverá a publicar en una versión ampliada. La polémica creada con el asunto Foxá le confirma que el conflicto entre las armas y las letras sigue vigente. «La Guerra Civil trastornó a gente que enloqueció en esa orgía sangrienta, incluso gente que era sensata antes de la guerra y que volvió a serlo después. Y esto se repite con escritores de uno y otro bando», admite.

Juan Manuel Bonet también coincide en la dudosa razón ética de centrar la valoración artística en buenos o malos: «Si hacemos la vista gorda sobre los poemas de Alberti a Stalin o sobre las infamias de Bergamín contra el POUM de Andrés Nin. ¿Por qué seguimos negando que el franquismo también contó con grandes escritores?»

EL CUERPO DEL DELITO. La simplificación del cliché sobre Foxá como «apólogo del franquismo» para decidir silenciarlo ha sido otro de los argumentos polémicos. Jordi Gracia es el biógrafo de Dionisio Ridruejo, compañero de afinidades políticas de Foxá hasta que se convirtió en demócrata y, por lo tanto, en disidente del franquismo. Gracia, que ganó el Premio de Ensayo Anagrama 2004 por el fundamental ensayo La resistencia silenciosa. Fascismo y cultura en España, habla de «metedura de pata irreflexiva». «Por otro lado, si ha sido reflexiva, es peor: no hace el menor daño a Foxá sino que lo victimiza ridículamente. Había sido fascista, aristócrata, cínico y jovial, además de buen escritor, y ahora recibe el regalo de ser víctima». Gracia, uno de los grandes historiadores de la vida intelectual española durante el franquismo, asegura que Foxá «fue un conservador neto tocado por un fascismo más retórico y decorativo que fundado. Desde luego, la censura es un regalo póstumo que una izquierda mal aconsejada le ha hecho a Foxá».

Trapiello coincide en criticar la condena por juicios ideológicos. «Si hablamos de su literatura de guerra, Foxá tiene poemas de guerra que no desmerecen de los textos que escribieron por entonces los comunistas José Herrera Petere, Pedro Garfias o el mismo Rafael Alberti».

MEMORIA HISTÓRICA. El «respeto a la Ley de Memoria Histórica» ha sido otro de los argumentos esgrimidos para intentar prohibir el acto. Trapiello reflexiona sobre el espíritu que debería imperar al enfrentarse con los pasados incómodos. «La memoria histórica está para volver al pasado sin figuraciones. Con el criterio de esa memoria histórica -su memoria histórica- no se podrían celebrar la mitad de los actos literarios que se celebran en este país. En la Guerra Civil hubo otros artistas que se identificaron en algún momento con el estalinismo».

Trapiello advierte sobre los peligros de decisiones como ésta:«Es un disparate que alguien pueda decidir qué es bueno y qué es malo. No ocurría algo así, tan ridículo, desde el padre Ladrón de Guevara, el jesuita autor de Novelistas buenos y novelistas malos. La gente tiene derecho a que se le hable de los dos bandos, para hacerse una opinión propia, lejos, si es posible, de los fanatismos de quienes parecen querer ganar una Guerra Civil que, en cierto sentido, se perdió hace mucho».

Jordi Gracia desconfía sobre esta polémica utilización de la memoria histórica. «Ha sido un disparate con carácter accidental. A veces se usa el fetiche de la memoria histórica para atacar o defender, cuando lo único razonable en asuntos de historia cultural es difundir críticamente».

jueves, 8 de octubre de 2009

Figuras delincuentes


Internet está lleno de breves joyas literarias, entendido el adjetivo en su sentido más amplio. Comentarios brillantes en blogs, noticias y páginas varias, se ocultan entre sacos y volquetes de charlatanería y lugares comunes expresados con la mayor de las simplezas. Habremos de lamentar su olvido, como papeles volanderos que son. Prendo mi admiración a dos personas excepcionales, autoras ambas de este tipo de literatura de cordel del nuevo siglo: Juan José R. Calaza, de quien tendré tiempo de hablar aquí, y el Marqués de Cubaslibres, impulsor de esta bitácora. Éste cinceló el otro día una de sus destacadas piezas breves en internet. Su título, Telúrica saña; su espíritu, impetuoso y homérico, tal como el borrachín de El hombre tranquilo motejaba el de John Wayne. Las mujeres, la ópera, los toros, la ciencia, el ser humano, el arte y la literatura conforman la obra del Marqués. Didáctica y contundente gracias a su brevedad y a la inteligencia con que se construye, nunca está exenta de humor. Esta última me llamó especialmente la atención por varias razones. En parte, porque remitía a una zona especialmente querida por mí, como es la ribera riojana y sus lindes navarras. También porque me recordó a Baroja y sus mordaces comentarios sobre los ribereños y su acento atroz, que siempre me hicieron tanta gracia. Y muy especialmente porque parecía espigada su enseñanza de uno de los capítulos de un librito que da lustre a mi biblioteca. Su autor, Constancio Bernaldo de Quirós, ya ha asomado anteriormente por aquí. La guerra civil truncó su carrera profesional en España. Emigró a la República Dominicana, Cuba y México, donde murió en 1959. El título es Figuras delincuentes, y es una obra miscelánea sobre asuntos de criminalística y antropología relacionados con España. El capítulo es "Reliquia ibera: raza y crimen en España". Compárenlos y disfruten.


Telúrica saña, por el Marqués de Cubaslibres





lunes, 5 de octubre de 2009

El orden


La novela roja fue una de las colecciones de quiosco que siguieron el rastro de El cuento semanal, serie creada en 1907 por Eduardo Zamacois. De especie revolucionaria, La novela roja la comienza a editar Fernando Pintado en 1922.



El País Vasco, n. 8, 17 de abril de 1923


El catálogo reúne a varios escritores, muchos de ellos afines al anarquismo. Alguno ha asomado por entre los plúteos de esta biblioteca, como Valentín de Pedro. La nómina completa la ofrece Gonzalo Santonja en su estudio Novelas rojas.

Tras la dictadura de Primo de Rivera, que golpeó con fuerza estos intentos de ofrecer al pueblo literatura levantisca y libertadora, quien se ocupa de reflotar La novela roja es Ceferino Rodríguez Avecilla. La aventura se inicia en 1931 e incluye títulos de Ricardo Baroja, Victorio Macho o –me ha sorprendido- Adelardo Fernández Arias.

El quinto número de esta segunda serie de La novela roja lo escribió Margarita Nelken. Dedicado a su hijo Santiago, está ilustrado por un tal Cheché, de quien no he podido encontrar referencias, y se titula El orden. Al contrario que el resto de fascículos, no se trata de una historia de ficción, sino de la crónica de un viaje que Margarita Nelken hizo por Asturias para impartir conferencias durante la dictadora de Primo de Rivera. Sus problemas con el “orden” establecido por los lustrosos y mórbidos caciques gubernamentales darán lugar a varias escenas narradas con algo de humor y mucha mala hostia, si se me permite la expresión. La crónica tiene un interés indudable. Es el primer contacto de Margarita con los mineros asturianos. En 1934 será una de las cabecillas antirrepublicanas de la Revolución de Asturias.




Dibujo de Cheché


El inicio de la novela, del que se ofrecerán más párrafos en Camarada Amor (Colección A penique, número 2):



En los primeros años de la dictadura. Precisemos: de la de Primo de Rivera.
Tournée de conferencias por Asturias.

En Oviedo, coincidencia, en el
hotel, con el Excelentísimo Señor Gobernador: un pollo bien, que responde,
hidráulica y pintorescamente, al nombre de Fontana Pilón.
Un pollo bien. Si
no se ha educado con “los Padres”, lo parece. Si no es Luis, merece serlo. (Hoy
le suponemos afiliado –entusiásticamente- a la Derecha Republicana. Si no lo
está, merece estarlo).

Desde luego, muy marchosillo él, muy seguro de sí
mismo, muy echao palante, que diría cualquier pollo menos bien que él. Él es muy
hombrecito, y demostrado lo tiene: cuando se le ofreció el gobierno de una
provincia, él fue quien pidió la más difícil. ¡Nada de sinecuras! “A mí, los
mineros: y ¡ya verán quién soy yo!”

Lo están viendo.


Nelken, Margarita. El orden. Dibujos de Cheché. Madrid: La novela roja, semanario de literatura revolucionaria, 8 de julio de 1931.

 
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